Del millón doscientas mil hectáreas con riego en Chile, sólo la mitad cuenta con embalses que le aseguran el agua; eso corresponde al 5% del total de la superficie cultivable. A pesar de los avances, el 70% de la superficie se sigue regando a la antigua, con lo que se desperdicia agua."En la zona de Ñuble llevamos dos años con sequía. Más bien han sido años desordenados. No es tanta la disminución, pero la distribución de las lluvias ha hecho que entre septiembre y marzo, justo cuando las plantas más necesitan, el agua caída haya sido mínima. Eso ha provocado bajas en la producción de los granos y de la remolacha, menor ganancia de peso en el ganado y caída en la producción de las vacas", señala Fernando Serrano, presidente del Consorcio Agrícola del Sur.Serrano tiene razón. Sea por causa del cambio climático o por variaciones normales del ciclo del clima, la cantidad de agua caída y las temperaturas, medidas al menos en los últimos cinco años, han variado notoriamente de lo que se consideraba normal. Y el problema es mundial. A nivel global las sequías aumentan y las lluvias disminuyen.
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